¿Cómo te evaluan a ti?…Un brindis por los profesionales que cuidan los colores

¿Qué criterio se sigue a la hora de admitir en las facultades de educación?

¿Cuáles son los requisitos para optar a una plaza como funcionario?
Notas… un número decide si eres un profesor apto o no, evaluaciones, ítems… y luego te enfrentas a una clase a la que enseñarás durante al menos un curso escolar. Entonces tendrás dos opciones:

  • Regirte por programaciones cuidadosamente diseñadas y facilitadas por editoriales y, día tras día, podrás acudir al aula con la sola obligación de enseñar los objetivos mínimos marcados por la normativa de rigor.
  • Crear: crear arte, pasión, emoción, ganas, interés… cuidar y proteger a ese alumno que comienza activo y que tenderá a desaparecer si lo acostumbramos a no pensar.

Creo que todos tenemos clara la teoría. En los últimos tiempos, y gracias a las redes sociales, podemos ver como profesionales de la educación hablan sobre el cambio, sobre lo realmente importante para un niño y sobre aquello que, como profesionales, tenemos que saber poner en práctica. Entonces hay unos 500 me gusta y un intercambio de impresiones con un mensaje claro: “qué bien que esto ocurra”.
A veces, no puedo negarlo, enfermo con algunos comentarios que dejan entrever que necesitamos que vengan a decirnos que es importante cuidar las emociones del niño y que debemos trabajar en la individualidad, considero que todos los profesionales de la educación deberían de practicarlo desde el comienzo de su puesta en marcha en el mundo profesional. De otra manera no debería de estar habilitado para ponerse ante un grupo de niños.
¿Es cuestión de suerte el poder disfrutar de la educación?… Es decir, ¿depende del profesor que te toque?
Entiendo entonces que haya madres que miren la clase de al lado lamentándose de que su hijo no haya sido el afortunado.

 

No podemos controlar las personas que eligen esta profesión, ni la que tiene la fortuna (seguramente con horas de esfuerzo) de contar con una plaza fija en nuestros colegios públicos. Pero hay directores y jefes de estudio que tienen la obligación de conocer y controlar qué ocurre cuando la puerta de un aula se cierra. Hay que levantar el culo del sillón y no perder la perspectiva. ¿Sabemos lo que tenemos entre manos?

 

Vamos a imaginar… o mejor, vamos a vivir una realidad a través de una madre que ha recibido las libretas de su hijo con sus respectivas anotaciones, para disfrutar del verano.
Cada mañana deja a su hijo de tan solo 4 años en el aula. Esta edad era entendida, hasta no hace tanto, como una edad de juego, ahora comenzamos a exigir… porque no obsesionan los plazos y los maestros se empeñan en, día tras día, hacer que sus alumnos aprendan aquello para lo que no están preparados. Pero para esa madre es el pequeño que seguro sigue queriendo la leche en el biberón o busca el chupete entre los juguetes, el que por las noches se duerme en brazos… un pequeño al que los objetivos mínimos persigue para hacer adulto.

 

Como profesional de la educación estoy convencida de la capacidad de los niños para aprender y de optimizar todo ese potencial, lo que fallan son las estrategias que utilizamos. Buscar herramientas y tener habilidades para enseñar es fundamental para no cometer errores que pueden acabar con el gusto por aprender desde edades muy tempranas.

 

El bolígrafo rojo es algo que debemos exterminar de nuestra mesa de trabajo, (también la mesa y la silla… pero eso necesita un post en exclusiva…). Rodear, tachar, destacar los fallos… hay profesores que les encanta este color, que lo llevan durante toda la jornada de una lado para otro, esperando el error y, una vez descubierto, señalarlo con un discreto tono dejando claro que erraste en la respuesta.
¡Es tan antiguo, querido maestro, que solo con verlo ya sabría que estás haciendo MAL tu trabajo!

Esto es una ramificación de la evaluación, una causa de esa obsesión por calificar a nuestros alumnos, cuando deberíamos de ser nosotros los examinados año tras año. Que los directores, ¡o mejor!, responsables de este maravilloso sistema educativo, se sentaran con cada educador para preguntar las estrategias que utiliza con los niños, cómo hace para buscar sus actividades, cómo se plantea cada jornada, qué piensa al llegar a casa (¿reflexiona o resetea sobre los problemas acontecidos en el aula?), convivir con ese maestro y compartir, observar lo que tiene a su alrededor y sacar conclusiones… entonces, coger ese maravilloso bolígrafo rojo y marcar con un emoticono su conclusión…
Nuestro trabajo es enseñar, respetar y acompañar al alumno en el maravilloso mundo de la educación… que disfrute de cada nueva experiencia, que se sorprenda de cada cosa que sea capaz de hacer, que juegue y que, mientras lo hace, no pare de aprender…

 

emoticono enfadado

Y aquí mi carita para esta/e profesional adicta/o al bolígrafo rojo, por su forma de valorar el trabajo y esfuerzo de uno de sus alumnos.

 

(Sobre las caritas hablamos otro día)…

 

dibujo oel lápiz del papelesfuerzatela i y su punto

 

Espero que este/a profesional de la eseñanza dedique sus días estivales a reflexionar sobre su capacidad para enfentarse a unas edades determinadas… y de paso a reciclarse.

tachado 2

 

12 Comments

  • Eloisa dice:

    Me ha gustado el artículo. ¿Puedes dar ideas alternativas para el uso de boli rojo? ¿Dejarías de hacer correcciones o usarías otro color?¿De qué manera podríamos mostrar al alumno/a que ha errado sin dañar su autoestima?

    • Gemma Pérez dice:

      Hola Eloisa!!

      Primero agradecer que visites este pequeño espacio.
      Cuando hablamos de educación y, especialmente, en estas primeras edades, todo depende del niño.
      Personalmente detesto las correcciones cuando hablamos de infantil y primer ciclo de Primaria, después ya están más preparados y podemos comenzar a corregir sobre sus ejercicios, siempre explicándoles muy bien los motivos y dejando que participen activamente en ese momento de destacar aquello sobre lo que debemos trabajar. Y hablo en plural, porque lo que a veces se le olvida al maestro es que, en el momento en el que hay un error en una actividad, comienza un trabajo en equipo entre el profesor y el alumno, ambos deben buscar qué ha ocurrido y herramientas para que ese concepto, que aún no se ha interiorizado, se acomode.
      Mis opciones a ese bolígrafo que daña la vista y a la goma de borrar (que requiere un lugar destacado en el destierro del material a usar por el profesor) es sentarnos a su lado y volver a trabajarlo juntos. Pero ese trabajo inicial que él haya hecho debe de ser recompensado a través de nuestras palabras, que vea que el esfuerzo que ha supuesto para él ese trabajo es valorado y que poco a poco (y en equipo) mejorará. Enseñarle sus avances, mostrarle nuestro apoyo en este proceso que para ellos es un reto diario.
      Individualidad, emociones, juego… mezclemos todo en una coctelera y dejemos que disfruten de aprender. No tengamos miedo al tiempo. Los maestros tenemos que tener confianza en nuestros alumnos, crear el entorno y buscar los medios para facilitar, porque esa es nuestra función… ser facilitadores del conocimiento.

      Haré un post con algunas estrategias si lo consideras interesante.

      Un fuerte abrazo.

  • Lor Ena dice:

    Se puede decir más alto, pero no más claro.
    Completamente de acuerdo en todo.
    Tenemos en manos a la sociedad, de nosotr@s depende en gran medida cómo será.
    Ojalá una escuela para ser felices y aprender a quererse y respetarse. Solo así podremos querer y respetar luego a los demás.

    • Gemma Pérez dice:

      Muchas gracias por tus palabras.

      Es un trabajo de todos darle la vuelta a la educación. Creo que ya estamos inmersos en una revolución educativa. Las redes sociales y estos pequeños espacios que creamos para compartir, sirven de lanzadera. Vamos a ir viendo los cambios. Pero es importante que vayamos haciendo mejoras y la primera, sin duda, es la evaluación y la forma en la que tenemos de enfrentarnos a ese momento. Los que pierden son nuestros alumnos y debemos buscar estrategias y alternativas para ese momento que no nos da ningún valor educativo.

      Sigamos en ello.

  • waniyo waniyo dice:

    Desde hace ya mucho tiempo para mí fue muy importante la evaluación que hicieran de mí. Ahora con unos poquitos de años más encima empiezo a darme cuenta que no es lo importante en realidad. Pero estoy muy de acuerdo contigo Gemma en el sentido de que ahora soy consciente que me hubiesen evaluado de la «otra» manera. Adquirir conceptos y normas fue lo principal en el pasado,en mi pasado, en nuestro pasado. Poca opción había a que evaluaran tus colores, tus pinceladas, tu luz, tu enfoque. Todo fue más industrial, más mecánico… pero ahora doy gracias a ser consciente de todo ello un poquito más y de encontrarme con personas como tú, que seguramente también fue evaluada de aquella manera. Por nuestros niños, y por el futuro hemos de difundir que somos conscientes de que deberíamos seguir un poco más a la inconsciencia. Un abrazo. Nos vemos el dia 9

    • Gemma Pérez dice:

      ¡Genial! Nos vemos el día 9, espero que disfrutes mucho del documental, va a ser una tarde muy especial. Gracias por venir.

      El maestro convive cada día con su alumnos, lo ve evolucionar, observa sus progresos y es el responsable de guiarlo… no tiene mucho sentido someterlo a un proceso evaluativo. Somos nosotros los que debemos evaluarnos… ¿Estoy utilizando las herramientas adecuadas para este niño?…

      ¡Gracias por tu comentario!

  • susana dice:

    Hola Gema. Te he encontrado a través de la página de Facebook La pedagogía Blanca. Me ha gustado mucho tu reflexión del ‘boli rojo’. Soy licenciada en Historia, con una vocación enorme por la educación ‘diferente’ y me es inspirador encontrar artículos como este.
    Gracias

    • Gemma Pérez dice:

      ¡Hola Susana!

      Me alegra saber que somos muchos los que compartimos esta necesidad y ganas de una educación diferente. Debemos acabar con aquella forma de enseñar tradicional que sabemos no ha funcionado. La clave está en descubrir que nuestros actos, una mirada, un gesto, una corrección desafortunada… puede marcarles.

      Sigamos en esta línea y seamos nosotros los que pongamos caritas tristes a aquellos que se equivocaron de profesión.

      Un fuerte abrazo!

  • Manuel Espada dice:

    Felicidades Gemma. Coincido plenamente con tus reflexiones. Yo, a lo largo de 45 años de profesión he intentado poner en práctica esta forma de enseñar, aunque he tenido pocos maestros.
    Siendo Director he intentado poner en practica estas ideas pero me he encontrado con la incomprensión de muchos compañeros y la inhibición de la Administración Educativa, pero sobre todo la falta de vocación de bastantes profesionales. Animo !

    • Gemma Pérez dice:

      Muchas gracias!

      Estoy segura de que tus alumnos habrán valorado que hayas sido un revolucionario. Efectivamente es un problema de vocación, de actitud y en muchos casos también de aptitud… Los que pierden son los alumnos que caen en esas manos. Por eso debemos responsabilizarnos, directores y administraciones públicas, de conocer qué ocurre dentro del aula. No se trata de vigilar cada día al maestro, se trata de compartir con el maestro y de esta manera conocer sus inquietudes, sus debilidades y las necesidades que pueda tener de orientación a cómo debe actuar en deterinadas ocasiones.

      ¡Gracias por tus ánimos… seguiremos intentado cambiar lo tradicional por una verdadera educación!

  • Elena Jimenez dice:

    Afortunadamente el cambio emerge en cada rincón del planeta, como hablaba con mi directora hace poco..Cuando un maestro cierra la puerta de su aula..un mundo maravilloso puede sucederse (o..no).
    Es una gran responsabilidad y a la vez, una aventura en la q todas esas caritas espectantes quieren embarcarse, que pena centrarse en los errores de aquellos que tienen tanto que enseñarte.

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