Corazón suicida: La imagen que proyectamos de nosotros mismos.

Imagina ese día en el que por circunstancias no te sientes bien interiormente debido a un problema concreto, a una desilusión o a una simple mala noche… entonces el mundo empieza a confabularse contra ti: se sale el café, no encuentras las llaves, los coches van más lentos que de costumbre y todos los semáforos se ponen en rojo justo cuando tú vas a pasar, no hay aparcamiento al llegar al trabajo, un bolígrafo se te rompe en tus manos a los diez minutos de empezar la jornada laboral, las quejas de clientes se acumulan, tu ordenador se queda restaurándose justo en el momento menos indicado… podría seguir, porque todo lo que tuviera que ver con ese día sería caos. Y no hablemos de si nos miramos en el espejo, el maquillaje se habrá caído a la hora de comenzar el día, la ropa será la que menos nos favorezca, los pelos estarán traviesos y electrizados…
¿Cómo nos vemos?… exactamente como nos está viendo el resto del mundo.

 

Es nuestra actitud ante las situaciones la que va abriendo camino y la que definirá el final, pues inevitablemente lo que proyectamos es lo que deja huella.

 

Dicen que en tan solo cinco segundos una persona se habrá hecho una imagen de nosotros al conocernos, esto no puede depender del día y es nuestra responsabilidad el buscar las herramientas para que nos enfrentemos a la rutina con seguridad, con autoestima y confianza, pues cada día debemos tomar decisiones, conocemos gente, nos relacionamos… y no podemos convertirnos en corazones suicidas irresponsables perdiendo la oportunidad de brillar porque interiormente consideremos que tenemos un mal día.

Es fundamental que aprendamos a trasmitir la idea justa de uno mismo y reflexionar sobre cómo queremos presentarnos a los demás, pues de ellos depende nuestro presente y nuestro futuro, nuestro éxito laboral y también el sentimental.

 

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¿Qué es lo que lo demás ven de nosotros además de nuestra imagen?… pinceladas del mundo interior… nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestra manera de enfrentarnos a la vida se trasladan inevitablemente al exterior, haciendo una silueta de lo que somos a las personas con las que nos relacionamos.

 

 

Algunos expertos dicen que tendemos a simplificar nuestros rasgos de personalidad, pues el exceso en algunos caracteres puede generarnos problemas a la hora de entablar relaciones duraderas (lo mucho cansa). Pero esto es probable que sirva al principio de una relación, cuando debemos ser cautos y dedicar un tiempo a la observación de los demás para saber cómo actuar, una vez la relación se establece debemos ser lo que somos, pues contenernos es algo para lo que no estamos preparados y es probable que finalmente nos frustrara hasta generarnos problemas personales.

 

¿Te conoces? ¿Crees que sabes cómo eres realmente? Estoy segura de que esto no es así. Inevitablemente hay momentos en los que nos sorprenden nuestras reacciones ante determinadas situaciones o personas y nos sentimos tan inseguros que nos transformamos hasta no reconocernos ante el espejo. Debemos ser impulsivos, es parte de una vida rica en experiencias, pero también debemos trabajar el control de las emociones para no generar una imagen distorsionada de lo que somos.
Con la clara afirmación de que en algunos momentos somos verdaderos desconocidos para nosotros mismos ¿Cómo pretendemos que los demás nos conozcan? Somos los responsables de que cada día sepan qué persona es la que tienen delante.
Uno de los motivos principales de estas múltiples personalidades con la que terminamos conviviendo es que interpretamos constantemente todo lo que tenemos o sucede a nuestro alrededor, tomamos por cierto aquello que generamos en nuestra mente, lo interiorizamos e inevitablemente arrastramos e involucramos a otras personas en esta distorsión de los hechos, en esta recreación de las vivencias y en lo que nosotros creemos o queremos ver. Creamos un conflicto interior y culpamos en muchas ocasiones a personas, a las que convertimos en personajes principales de nuestros cuentos chinos.

 

Además de entrenar nuestro cuerpo debemos entrenar nuestra mente. Reflexionar sobre la imagen que queremos que los demás tengan de nosotros, acompañarlo con un cuidado de nuestra autoestima, aderezar con ser más precisión a la hora de valorar lo que ocurre a nuestro alrededor (aprendiendo a relativizar los pequeños incidentes o cambios que nos vayamos encontrando), mimarnos y queremos principalmente a nosotros mismos y buscar las herramientas que nos hagan crear un “ángel” que atrape a las personas con las que convivimos.

 

Acompañar esto con un cuidado de nuestra imagen es importante, mirarte al espejo y sentirte especial. La clave: dibujar una sonrisa antes de empezar el día.

 

En estos últimos tiempos está de moda hablar de la excelencia, en educación, en las empresas… ¿Por qué no excelencia personal? Perfeccionar nuestra vida debería de ser parte de nuestro trabajo, para esto se requiere decisión, compromiso y la libertad con la que contamos o deberíamos contar las personas en nuestro desempeño para vivir.

Mejorar constantemente para construir una gran calidad personal.

 

Traslademos esto a la educación. No se trata de obsesionar a nuestros alumnos con la idea de que deben ser los mejores en todo, se trata de trabajar con ellos la autoestima hasta que consigamos que, durante toda su vida, sepan disfrutar de lo que son, sintiéndose seguros y proyectando una imagen de ellos positiva. Una vez más hablamos de trabajar las emociones, de dedicar gran parte de nuestro tiempo como profesionales o padres en generarles aspectos positivos que le ayudarán a que se enfrenten a los retos con seguridad.

 

Esta semana ha sido de esas en la que piensas que tu vida es como la película “El show de Truman” y que hay una cámara observando cómo te enfureces a cada segundo, es probable que no haya sabido jugar esta partida y haya caído en la trampa de interpretar de manera permanente cada problema que me ha surgido. El tiempo lo he invertido en pensar, pero en función de lo que creía en ese momento, esto se resume en que he perdido oportunidades cuando debería de haberme enfrentado a las situaciones con seguridad y gestionando mis sensaciones con realismo. Es muy probable que haya arrastrado a personas y las haya hecho participes de esta película, me pregunto cuántas cosas he perdido en el camino.
¿Esto nos puede ocurrir? No lo dudo, porque es difícil luchar contra los sentimientos que nos generan las experiencias… pero también he sabido pararme y meditar, reconvertir y transformar… no se trata de ser perfectos, se trata de intentarlo.

¿Y para ti? ¿Cómo ha sido esta semana?

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