EL AMOR LIMITANTE

¿No te pasa que hay palabras que te “rechinan” o que “tienen un matiz especial” o que “son importantes para ti”, o que “las escuchas y no te dejan indiferente”?

 
Hace mucho que vengo reflexionando sobre este poder de las palabras. En mi profesión, como en muchas otras, el lenguaje (verbal y no verbal) se hace fundamental a la hora de desarrollarla y de obtener resultados. Y atiendes a orientaciones tan claras como Rafael Echeverría y el Coaching Ontológico que dice que “El lenguaje es capaz de crear nuevas realidades y de evolucionar nuestro ser” así como a orientaciones basadas en la experiencia subjetiva propia desde un plano más abierto. De hecho, en mi estilo de acompañar a personas y equipos abro la puerta a las palabras, al entorno paralingüístico y al lenguaje corporal así como a otros tipos de expresión.

 
En esta línea, considero que el lenguaje es fundamental y hacer uso de él es básico. Porque considero que no es el mismo ser honesto que ser humilde o exigencia que excelencia o sinceridad que sincericidio. De manera que me esmero mucho en usar el lenguaje que considero adecuado o de “hacer de espejo” del lenguaje de mis clientes y del impacto que éste tiene en sus comportamientos.
Ahora bien, también hay términos que de alguna manera las entiendo como rodeadas de un contexto que las elevan más allá de lo que dice su propio significado. Por ejemplo, la palabra AMOR. Precioso término que engloba sentimientos geniales pero que, sin embargo, para mí se acompañaba también de unas características que la devalúan como ese “concepto ideal”, como es exclusividad, posesión, pérdida de autonomía propia, uso social del concepto… Son mis cosas, claro.

 

El caso es que hace poco, en un fin de semana de crecimiento personal, creé y me permití una frase que he autoacuñado como “Que las palabras no nos limiten”. Si nos sirven para autoconocernos, para conocer e impactar en otros o incluso para crear realidades (y opino que es así), debemos también permitirnos que no nos limiten. Ante esa reflexión, empecé a buscar otras palabras que significasen AMOR para mí y con las que me identifique mejor.

Entendiendo que es un término de relaciones, tanto con uno mismo como con los demás. Y me salieron varios sustitutos de qué puede ser “mi relación con el término Amor”:

 
• Sentirte sano y expresarte desde esa limpieza
• Ser auténtico y relacionarte con los demás con naturalidad, pureza y claridad
• Pedir y ofrecer ayuda desde la desnudez interior
• Escuchar flexible y abierta
• Respetar y provocar pensando en el bien del otro
• Disfrutar de la autonomía y de las relaciones con más seres autónomos
• Solidaridad
• Dar las gracias al mundo por todo lo que me dio y devolverle su generosidad
• Y, sobre todo, CONTAGIAR y COMPARTIR.

 
No lo veo como condiciones a cumplir o que “siempre estés amando”, pero sí que a mí esta reflexión me ayudó mucho. Cosas mías también. Ahora que la palabra no me limita, y que encontré mi propio significado, y justo el día de hoy que es especial, me alegra poder regalarte mi reflexión y mi conclusión:

 

QUE EL AMOR SEA MI MEJOR REGALO AL MUNDO

 

Publicado en Coaching Airlines por Juan Diego Salinas.

1 Comment

  • Sandra Arjona dice:

    Mi palabra favorita es Ternura…y estoy segura que algún día la ternura dominará el mundo…eso también son cosas mías, pero los sueños para que puedan crearse, han de creerse…

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