Necesitamos 4 abrazos al día para sobrevivir, 8 para mantenernos y 12 para poder crecer
Con esta afirmación de una psicoterapeuta reconocida poco más tendríamos que añadir porque aunque científicamente esto no esté probado, si lo está el hecho de que el simple acto de abrazar tiene efectos positivos tanto físicos como emocionales.
A veces no nos damos cuenta, pero nuestro cuerpo manda señales de alerta a los que tiene a su alrededor, cuando algo no va bien emitimos mensajes (¡esa comunicación no verbal tan fundamental!). Nos quedamos ahí, esperando la reacción de los que tenemos a nuestro alrededor. No queremos palabras, eso no nos ayuda a desencogernos, no necesitamos consejos pues no nos van a descargar la energía negativa contenida en esos momentos… necesitamos el contacto físico, ¡necesitamos un achuchón!, sin duda…necesitamos un abrazo.
Esperamos impacientes el momento en el que la otra persona se levanta, ya llega… y con la seguridad que da el saber que nosotros habríamos hecho lo mismo, esperamos impacientes como los brazos nos estrujan hasta hacernos olvidar el motivo por el que lo necesitábamos.
Y es que conforme vamos cumpliendo año nos volvemos algo más torpes y ciertos actos que antes eran instintivos, se han controlado de tal manera que en muchos casos han desaparecido. El acto de abrazar es un instinto, lo tienen los bebés, lo tienen los animales (aunque disfrazado en un pequeño roce contra nuestras piernas) y deberíamos de tenerlo los adultos… o al menos aquellos restos de impulso que nos quede, cuidarlo, intacto, sin la trasformación que dan las conductas políticamente correctas.
Estudios de la universidad de Duke (EEUU) confirmaron que las personas necesitamos dar y recibir abrazos desde que nacemos, para evitar que sus neuronas mueran por ausencia de contacto físico. Confirman que sin gestos de afecto en la infancia no se producen las suficientes hormonas de crecimiento, dando lugar a lo que ellos denominaron “Enanismo psicosocial”, además las investigaciones revelan que el cerebro de un bebé que no recibe caricias es un 20% más pequeño.
Cuando tenemos contacto físico se genera oxitocina que sin duda incrementa y mejora la salud de nuestro organismo, además de ayudarnos a tener confianza en nosotros mismos… Nada mejor con un abrazo de las personas que te importan para saber que todo va bien… que todo va a salir bien. En un segundo te descargan de la tensión, de los malos ratos, de las preocupaciones…
Pero no debería de ser un gesto funcional, sino algo habitual, como un apretón de manos o los dos besos al encontrarnos por la calle. Qué mejor que comenzar un día con abrazos, porque sí, porque aún estamos vivos para poder hacerlo, por la sencilla razón de que tras él siempre hay una sonrisa, porque me apetece, porque lo deseas…
¿Qué conseguimos con un gesto tan bonito?
• Reduce el estrés y la ansiedad.
• Reduce la presión arterial.
• Mejora el sistema inmune.
• Tiene beneficios cardiovasculares.
• Reduce el riesgo de padecer demencia.
• Mejora el estado de ánimo.
• Rejuvenece el cuerpo.
• Relaja los músculos.
• Eleve la autoestima.
Y podríamos añadir que trasmite cercanía, complicidad, da calor, te hace desconectar, te ayuda a saber que no estás solo, te ayuda a trasmitir aquello para lo que las palabras no están preparadas… te hace feliz. Da igual si lo das o lo recibes… debería de ser un gesto rutinario, como lavarnos los dientes o peinarnos antes de salir, como respirar, como comer…¡no sin mi abrazo!…Uno de eso que te haga crujir o uno formal que te deje entrever complicidad correctamente controlada…
Quiero mis 4 abrazos para sobrevivir, mis 8 abrazos para mantenerme y los 12 que me haga crecer y no tener que usar tacones… quiero que me roben el espacio vital con la seguridad de que, este gesto, me hará un poquito más feliz.
Cuidado, porque al verte por la calle es probable que te abrace…
¿Cuánto quieres que dure?
¿Y por qué no los damos? Seguramente por timidez o miedo a parecer ñoñas, aunque lo malo de no dar abrazos es arrepentirse de haberlos dado…
Me ha gustado mucho el artículo!
No los damos porque estamos acostumbrados a un espacio vital, nos dejamos llevar por la rutina y nos olvidamos de dedicarnos segundos de descarga… ¡sería perfecto que cada día nos permitiéramos el lujo de abrazar!
Nunca es tarde para sumar este pequeño gesto a nuestra rutina diaria.