Una vida, no hay más. Y podemos perderla, esperando a que las decisiones se tomen solas, a que la gente llegue (y se vaya), a que los sueños se autogestionen libremente sin ningún esfuerzo, a que las oportunidades pasen, a que los trenes se larguen…
Podemos danzar de puntillas y contenidos, con ese miedo que nos paraliza, con ese manera de sentir acomodada que debería de estar prohibida.
Solo se harán realidad los sueños si cuando llega la hora sabes estar despierto
Vivir acojonados… y mientras, el tiempo nos come…