Bailar bajo la lluvia…

“En la vida no se trata de sobrevivir ante una tempestad… se trata saber cómo bailar bajo la lluvia…”

 

Estamos en clase, a las puertas de las evaluaciones trimestrales me encuentro hablando de los Morfemas y Lexemas como si considerara que serán imprescindibles para sus vidas. Entonces les digo que presten mucha atención, no vayamos a ir por la vida sin reconocer la raíz de una palabra (ironía)… Ampliamos vocabulario introduciendo palabras nuevas y que le serán de mucha utilidad en su día a día, para torear situaciones, para desbancar a ese adversario con el que se encuentren discutiendo: Ironía, sarcasmo… palabras fundamentales para vivir en un mundo de broma que estamos convirtiendo en un ring de lucha por la supervivencia.

 

Y ahí andamos, con ese contenido obligatorio que hará de ellos personas capaces de caer y levantarse… (De nuevo esa bendita capacidad de bailar con la ironía y auto convencerme de que no les hago perder el tiempo).

Dos de ellos llevan toda la clase ausentes, tirándose la goma uno al otro como si creyeran que, en una clase de 14 de niños, nadie les está viendo… se unen algunos más, pegándose patadas por debajo de la mesa para avisarse de que aquello es insoportable… llamo su atención en varias ocasiones ante su indiferencia, algo de lo que luego les hago reflexionar y que aprovechamos para seguir avanzando en la Real Academia de la Lengua Española… ironía, sarcasmo, indiferencia…

 

Entonces me enfado, de esa manera que suelo hacer (así sin pensar ) y que casi cuesta que yo misma me lo crea… “para mañana 10 palabras, identificar lexema y morfema… cuenta para la nota del trimestre…”

 

De pronto despiertan… ahí estaban mis queridos alumnos que durante 45 minutos me habían estado ignorando…

 

“¡nooooo, no es justo… tenemos examen de francés!”

“¿Justo? ¿Es justo que durante toda la clase hayáis obviado mis intentos por llamar vuestra atención?… pensadlo… ¿Cómo os sentís ahora que no me pongo en vuestro lugar y entiendo que es prioritario vuestro examen de francés? ¿Recordáis la empatía?

Seguimos con esas palabritas que lanzamos al aire y que a veces, solo a veces, buscan inquietos en el diccionario (el de toda la vida) para intentar entender qué es exactamente lo que estamos discutiendo…

 

“Reflexionad”, les digo antes de abandonar la clase… “mientras hacéis la tarea…”

 

No acabo de cruzar el umbral de la puerta cuando ya me he arrepentido… Yo, rebelde ante las tareas para casa, enfadada con la imposición de unos contenidos, con las evaluaciones, en general, con este sistema educativo con olor a rancio, he fastidiado la tarde de unos niños de 9 años.

 

«Son decisiones», me digo… mañana debatiremos sobre esto, esperando que algún día me perdonen por haberles robado unas horas de vida para estudiar algo que, con mucha probabilidad, olvidarán finalizada la Primaria…

 

La vida es agotadora (y quien diga lo contrario no está siendo sincero)… cada día es una aventura para la que nadie nos ha preparado, nos lanzaron a las calles para vivir en un mundo cambiante, con historias que se cruzan, con caminos que elegir, sin darnos ni tan si quiera unas pautas y, lo que es peor, sin enseñarnos a parar, reflexionar y a apostar. En un sistema educativo totalmente encorsetado, con una mentalidad clásica y excesivamente estructurada, nos lanzan a un mundo en el que las relaciones personales son la base sobre la que construiremos el resto que forjará nuestra vida, ese diario personal que nos chivará si tuvimos los suficiente bemoles para vivir…pero vivir de verdad, sin dejarte nada en el tintero…

Y ahí estamos, a ciegas, sin saber muy bien qué hacer… porque nadie nos dijo que quizás no tener miedo a tomar decisiones era una de las opciones aceptadas para no acumular un desgaste al intentar soportar este desequilibrio emocional en el que se ha convertido nuestra vida. Nadie nos enseñó a reflexionar, a elegir, a apostar, a perder, a fracasar, a soñar, a luchar… pasamos tanto tiempo aprendiendo la raíz de las palabras que cuando tenemos que buscar el de los problemas ya hemos perdido media vida…

 

Y aquí estoy, intentado encontrar el camino a las experiencias con las que he tenido que convivir en los últimos meses y que nadie me contó en aquellas clases de pupitres verdes, tomando decisiones con miedo, ese al que no me enseñaron a mirar de frente sin el valor de decir qué siento y cómo lo siento, haciendo números cuando lo que me gustaría es dar pasos de gigante y lanzarme la vacío con la seguridad de que al caer sabré como reconstruirme, un poco enfadada con el mundo por no ponerme las cosas más fáciles e intentado encontrar las cartas para hacer una buena jugada y terminar ganando la partida.

 

Sin duda voy aprendiendo… a costa de alguna lágrima y de ir dejando en el camino un poquito de lo que he sido, reinventándome a cada segundo y asustada, porque nadie me dio ese valioso manual de instrucciones con el que avanzar cada día.

 

Al finalizar la jornada me paro y repaso todo lo que ha marcado esa página de mi diario y me pregunto qué hubiera sido de mí si, en lugar de preocuparse tanto por los contenidos, me hubieran mirado directamente a los ojos para decirme “no te preocupes, pase lo que pase… todo saldrá bien”

 

Soy de naturaleza caprichosa, pero es algo asumido y que ya no hace falta que me digan. No me ofende, hace tiempo que he decidido convivir con este estado (del que no me siento orgullosa, por mucho que lo haya interiorizado). Tampoco puedo cambiarlo… he realizado algunos intentos con un resultado desolador, pues finalmente pierdes esa credibilidad necesaria tanto en lo personal como en lo profesional… Pero sí la he ido modelando y vestido de gala para que, aquellos que me conocen, vean en ello una seña de identidad y les genere tristeza no disfrutar de esos arrebatos infantiles de “todo y ahora”… y hace un mes decidí que utilizaría esta parte de mí con un objetivo…solo uno..lanzarme a ese vacío, ese en el que quizás me rompa y las piezas no lleguen a encajar… sin preocuparme de caer de pie…

 

Todos somos breves inquilinos es este mundo imperfecto lleno de cosas maravillosas. No hay que tenerle miedo a los años, sino a la vida no vivida, a los años vacíos huecos de emociones, de triunfos y por qué no, también de fracasos nunca experimentados. Esos de los que tanto aprendemos

https://lamenteesmaravillosa.com/en-la-vida-todo-llega-todo-pasa-y-todo-cambia

 

¿La raíz de las palabras o la de los problemas?

 

Les miraré a los ojos y les diré que, pase lo que pase… todo va a salir bien.

 

 

 

 

 

 

 

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