Te quiero libre

 

“Crear es decidir y no tener miedo a las represarías, porque sabes que está permitido equivocarse. Crear es amar cómo y cuándo quieras, a quién quieras. Crear es escribir y leer, sin cuidar la interpretación. Crear es soñar, es poder levantar la voz, es hacerte grande cuando el mundo empieza a menguar… Crear es ponerse ante esa bifurcación de caminos y no tener miedo a cuál elegir porque harás de él el viaje de tu vida.

Crear es estar en movimiento”

 

Angeles…

 

Mirarnos en el espejo y no reconocernos, asusta. Y pasan los días y, con ellos, las oportunidades, los viajes, las ganas de reencontrarte con viejas amistades. Quedan entonces conversaciones a medias, cosas por decir, seguro que abrazos por dar. Se suceden las semanas y con ellas perdemos la motivación, la necesidad de cambio, el objetivo que era fuente de energia para cada cosa que emprendíamos, los sueños dejan paso a las pesadillas. Y dejamos demasiado espacio, todo el espacio, al miedo. Quizás entonces una mañana te levantes, vuelvas a enfrentarte a la imagen que te regala un escaparate y te des cuenta que alguien te observa desde el otro lado. Te has destruido para reconstruirte, ya no eres la misma persona que jugaba en la vida a que todo salía bien, ahora te has perfilado de manera más clara. Con más fuerza, sin matices… has crecido

 

Seis meses han pasado hasta que he tenido el valor de enfrentarme a los pensamientos que cada día han invadido mi café aún adormilada en la cocina, compañera de algunas lágrimas, pues encontré, en un rincón de este espacio, el lugar en el que lamentarme por la experiencias que me había tocado apuntar en este libro que es la vida. Capítulos duros que he tenido que releer en varias ocasiones para encontrar el sentido de que formaran parte de mi historia. Seis meses de silencio, sin la capacidad de enfrentarme a escribir, será que necesitaba aprender un nuevo vocabulario que aun, con mis 41 años, no formaba parte de mi dialogo interior.

 

Los huracanes no seleccionan qué casa destruir, arrasan, con todo, sin piedad… y así es la vida… cuando llega la fuerza de las experiencias destroza todo, lo personal,  lo profesional, la persona que había ido creando año tras año… y te desnuda el alma hasta dejarte sin nada. Un año después lo sé… tocaba cambiar de lección, era el momento de comenzar a aprender a levantarse “pero esta vez hazlo sola”, me dijo… y aquí sigo, sumando palabras, dándoles el sentido y descubriendo que todo, hasta los fracasos, tienen un espacio privilegiado, porque ellos me han regalado un libro en blanco en el que comenzar de cero, pero con la fuerza que tienen los que han descubierto que hasta la elección de las batallas, dependen de uno mismo.

 

¿Por dónde empiezo? Hazlo como si nadie fuera a leerte, hazlo sólo para ti, quizás entonces no te de miedo a enfrentarte a teclear tu historia.

 

Leí que las personas que se emocionan con lo que hacen o se levantan pronto, o se acuestan tarde, porque les mueve tanto sus ganas, que dormir les parece perder la oportunidad de seguir creando aquello que les remueve el corazón. Pensé entonces que me estaba dejando morir, pues la sabana se había convertido en mi mejor aliada. ¿Qué haces cuando el mundo parece que no va contigo, cuando las personas pilares en tu vida han ido desapareciendo, cuando te vas desprendiendo de aquello material que sumabas, como de un coleccionista se tratara…?  Puedes ocultarte de la luz del día y simplemente dejar que la vida pase sin ti como protagonista de esta oportunidad que aún sigues teniendo de aportar. Ahora sé que hubo un momento en el que decidí avanzar…

 

¿Qué te hace feliz? Me preguntó el otro día mi psicoterapeuta y, por primera vez en muchos meses, contesté sin pensar: la sonrisa de mis hijos y sus besos cada mañana, un piso pequeño (de esos en los que siempre hay algo por medio y que grita al mundo que ahí hay vida, mucha). Una caña en la barra, apretada y con una tapa, bajar a la playa a pasear y terminar comiendo un bocadillo lleno de arena, la llamada de mi madre para asegurarse de que sigo comiendo y todo gracias a ella, el paternalismo de mi hermano pequeño (que de pronto me hace sentir que los años que nos llevamos están invertidos, con esa manía que tiene de controlar que estoy bien), el silencio de mi padre que me regala un suspiro de paz demostrándome que sigue ahí, pendiente de arreglar mis juguete rotos…el apoyo incondicional de la persona que decidió quedarse a mi lado, a pesar de todo y de todos, mi mochila ligera de equipaje, hacer planes (esos que dejé de hacer hace mucho tiempo) y soñar…(también dormir)…

 

Vivir, imagino, con poco o con mucho, depende…

 

Fracasar es difícil de asumir para alguien que se define competitiva por naturaleza, perder algunas partidas es algo con lo que he intentado lidiar, tener que ir dejando por el camino parte de la ambición que me movía ha sido un trabajo crucial en este proyecto de interiorismo que he tenido que hacer, con el rol que me había adjudicado en este juego de cartas. Decidí abrir los ojos y aprender, aquí estoy, calzándome nuevamente las zapatillas para emprender un camino, porque mi vida la he convertido en una rotonda con un montón de salidas que poder elegir. Daré vueltas todo el tiempo que crea conveniente hasta que encuentre el camino, quizás pasee por varios o tal vez me pare a mirar el mapa, pero será el mío… y entonces elegiré en qué invertir mi tiempo, a quien querer, cómo y cuándo quiera, a quien dejar que se acomode en mi coche, pequeño y que gaste poco… porque me tiene que llevar de viaje por el mundo y no sé en qué momento pararé a repostar.

 

Enseñaba a los niños que el miedo es un mecanismo de defensa fundamental para la supervivencia y, sin embargo, me he paseado por la vida sin él, aun con todo lo que ya me había tocado vivir. Pero ahí andaba, con el corazón abierto a todo y todos, sin temor a que me hieran. No conocía palabras como traición o conflicto, evitaba tomar decisiones que pudieran hacer daño al resto y comencé una excursión con esa inmadurez que a veces nos sirve de escudo ante la realidad. Y aquí ando un año y medio después, experta en lidiar conmigo misma y perdonándome por haber hecho de mi vida una película que siempre tendría final feliz.

 

¿Por dónde empiezo? Sigo preguntándome mientras acumulo pensamientos…

 

Empezaré por asumir que no todo dura para siempre, que el amor se acaba aunque duela. Al final descubres que es una acto de generosidad abrir puertas para que la persona de la que te enamoraste tenga lo que merece al 100%, si tú no encuentras el modo, entonces es el momento de dejar ir, aunque eso suponga saber que perdiste a la persona pilar en tu vida. Aprendí que sólo puedo trabajar con el corazón, con la libertada que da la pasión por lo que haces y que sólo invertiré mi tiempo en aquello que me emocione, con personas que me emocionen. Me enseñaron que existe la mala gente, las malas intenciones y el ansia de poder que genera cargos de mierda que no son más satisfactorios que una tarjeta de visita con el nombre un poco más largo, pero que a cambio desvirtualiza el sentido de la profesión que estas ejerciendo. Si te mueves por el interés, terminarás siendo la sombra de lo que un día soñaste ser.

Durante este tiempo hay gente que me ha decepcionado hasta quitarme el sueño y haciéndome dudar de la naturaleza humana enseñándome que el interés existe y que, cuando caes, muy pocos se quedarán a tu lado para decirte que te levantes, que la carrera sigue y que todo saldrá bien. Personas que durante años habían estado acomodando sentimientos y que, al desparecer, te rompen por dentro y te cambian por fuera. Pero también descubres a esos extraños seres que llenan de luz tus sombras, con los que un café es un momento de cargar baterías, los que te miran mientras te sorprendes y que, al preguntar, simplemente te dicen: “lo que tú no eres capaz de ver”. Los que te llaman, una y otra vez, aunque nunca contestes. Están los que se mantienen alerta para zarandear el mundo, el tuyo. Mi familia, que dan sentido a esta palabra…

 

Asumí que a veces se gana y otras, sin embargo, se aprende. Y aquí ando, a golpes con todos estos pensamientos y las emociones que inevitablemente me ha despertado ponerme delante de la pantalla después de tanto tiempo de ausencia. Y lo hago por ti, que sé que me estabas esperando. Espero no defraudarte cuando descubras que en realidad no peleo cuando escribo (aunque en el fondo sea una inconformista, que reivindica una y otra vez y que se levanta impulsada por las ganas de acabar con aquello que puede parecerle injusto), espero no decepcionarte cuando por fin aprendas que no soy rencorosa y que solo me gusta mirar hacia adelante. Porque si algo he aprendido, es que no puedo cambiar la historia, por más tiritas que me ponga. Estoy segura de que esperabas detalles de este capitulo que cierro para comenzar mi libro en blanco, pero tengo claro que no seré yo quién lo cuente, será el tiempo y, con él, pinceladas que llegarán en forma de recuerdos para muchos, pero no para mi…yo ya los tendré archivados. Espero que no te decepcione descubrir que no soy perfecta, muy al contrario, soy absolutamente un desastre y sólo me muevo con el corazón, lo que significa que te seguiré dando muchos, inmensos, dolores de cabeza…al romperme he tomado la decisión de dejar que el remolino de emociones que habitan en mí se muevan y actúen a su antojo, podrás decirme que ponga los pies en la tierra y siento comunicarte que no lo haré, no sé… será por eso que nunca llevo tacones.

 

Soy caótica, y esto es algo que ya debes de tener en cuenta, tanto como mi armario. Pero en ese montón de camisetas desordenadas siempre encuentro el color con el que vestirme, como quiero y combinando mi ropero, ahora sí, sin miedo al qué dirán. Aún queda en mí un ramalazo de rebeldía que me ha servido para reinventarme y continuar un camino que es posible te asuste, pero que me llena de motivos por los que levantarme cada mañana.

 

Y lo hago por ti, sabiendo que podrás encontrar mucho de lo que me has enseñado.

 

¿Qué si tengo miedo?… mucho, estoy acojonada, porque ahora sé que puede no salirme bien. Conocer las consecuencias de perder es algo con lo que tenemos que aprender a vivir… pero de eso se trata, ¿no?…

 

Y a ti, que te fuiste, gracias, porque jamás te habría echado y es posible que ocuparas un lugar privilegiado en mi aventura… ¿lo merecías? Hazte esta pregunta.

 

“Eres una afortunada” -me dijeron- “tienes la oportunidad de empezar de cero”

 

… y qué suerte hacerlo con los que han querido quedarse a mi lado.

 

24/07/2016, cumplía 40… La vida en zapatillas

 

¿Cómo eres?

 

Mejor te cuento cómo me veo…

 

Hago de cada espacio mi casa, de la gente que voy conociendo mi familia, del trabajo mi vida, de los sueños un reto, caprichosa… muy muy caprichosa… con poca capacidad de adaptación al «no»… no soporto el «no»… competitiva, me encantan los abrazos, pero hay quien dice que los doy contenida, los detalles y sonreír… es como esa liberación de la mañana, la sonrisa que estira mis músculos y me permite avanzar en el día.

Finjo comprensión y evito que se me note que no llevo bien la frustración, competitiva… tanto que a veces me parece que esta vida es una carrera de fondo que no me va a dar tiempo a terminar… ansiosa por conseguir… algo que suelo querer en el momento en el que lo deseo con esa impaciencia que define una parte importante de lo que soy… tímida… sí tímida… con una fobia inmensa a hablar en público…

Soñadora (despierta, dormida)…soñadora… doy consejos que nunca me aplico, imperfecta (algo que me encanta), adicta a la ropa, a los perfumes… a las zapatillas, a la gente, a querer y que me quieran… creo que luchadora e insistente, con un corazón que se amolda a los malos momentos, he aprendido a cerrar algunas puertas y me motiva la idea de abrir muchas otras que me enseñen mundos distintos…

Escucho… o lo parece, porque quien me conoce me sorprende a veces con una orquesta en mi cabeza, pensando en mis cosas, mientras me cuentan que las verduras están cada vez más caras… desconecto, a veces, muchas… justo en el momento en el que necesito huir… desparecer para encontrarme, al segundo me tienes de nuevo… sola para ti.

Escucho las canciones e imagino que es mi historia, una Peter Pan de la vida para muchos, con miedo a crecer y olvidar esa parte de mí con ganas de comerse el mundo.

Activa, inquieta, con unos nervios que mantengo encarcelados y que controlo mascando chicle… con un miedo permanente a perder, algo que muestro a través de una insistente necesidad de escuchar que todo va a salir bien. Me enamora todo, un color, una sabor, un lugar, las personas valientes, las que marcan la diferencia… me enamoran las miradas, las palabras…

No quiero sumar personas, no creo en esa colección interminable de «me gustas»… porque hace tiempo que decidí que lo más preciado que tenemos es ese tiempo que me aterra malgastar… así que voy guardando segundos, minutos… como quien va consiguiendo pequeños tesoros… Necesito escribir y lo hago en exclusiva como vía de escape, como forma de dejar por escrito aquello que vivo, que me cuentan y muy pocas veces que me invento…

Me gusta viajar, pero odio el momento de hacer las maletas… Estoy, si me necesitas… aunque pueda perderme durante años y que no levante el teléfono para preguntar si sigues por el mundo…

Me cuesta despedirme… llevo mal echar de menos y nunca olvido a las personas que un día pasaron por mi vida, aunque decidieran no quedarse…

Lloro… y ha sido un gran esfuerzo por mi parte comenzar a buscar los espacios, los tiempos y los motivos…siguen sin gustarme los chistes, hace tiempo que no leo y miento diciendo que todo se solucionará (lo hago mientras pienso en que realmente no tengo ni puta idea de qué tendré que hacer para que eso ocurra…)

 

Y sí, hace tiempo que asumí que no entro en el club social de los valientes, esa bonita especie en extinción… pero aquí ando… 40 años y unos 20 fingiendo que lo tengo todo controlado.

 

 

Ha pasado el tiempo, me he parado en un bordillo de la vida y ahora sólo me esforzaré en crear una mejor versión de mi misma.

 

“Me levanto cada día y sé que me voy a equivocar, pero sigo.. y si veo que no soy capaz de llegar al lugar que esperaba, no cambio la meta…sino la manera de llegar a ella”

 

Te quiero libre…

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