ARTE DE VIVIR


No quiero una vida llena de éxitos, prefiero aprender con éxito a vivir la vida… 
Comienzo este blog con la incertidumbre de saber el motivo por el que lo hago, no sé la finalidad, aún, pero sí las personas que me empujan a comenzar este pequeño espacio de mi rutina, el confesionario de mis experiencias.
Llevo días, quizás semanas, pensando cómo se debe de comenzar algo así, preguntándome si debo escribirlo para mí o para aquella persona que un día se deje caer por aquí, dudando de si debo ser la madre o la maestra, la persona o la profesional… y no ha sido hasta hoy, mientras acunaba a mi hijo en los brazos, cuando me he dado cuenta de que eso es lo de menos, lo importante es que es mío y puedo ser yo, un día maestra y otro madre, un día profesional y al otro amiga.
Después de muchos años, por fin he descubierto que en esta vida todo se basa en el Arte, y el vivir no iba a ser menos. Pasada la infancia (y algunos la adolescencia) nos
enfrentamos a la vida con la responsabilidad, basando cada uno de nuestros gestos en normas preestablecidas que, ¡vete tú a saber quién o quiénes!, comenzaron a marcar y que han ido evolucionando, modificándose y adaptándose, no con la plasticidad que debe dar la palabra espontaneidad, sino con la plasticidad que da la palabra funcionalidad, es decir, dependiendo de las necesidades del sistema. De pronto, y sin darnos cuenta, nos encontramos viviendo encogidos, rígidos, dirigidos y, sorprendentemente, dejamos de aprender con facilidad, nos volvemos más torpes, nos agotamos ante los retos. Observo a un grupo de alumnos trabajar y me doy cuenta… ellos viven al día, con la motivación que ofrece los nuevos amaneceres, con la espontaneidad de la infancia, con la creatividad sin adulterar. Eso es arte… vivir sin el miedo a equivocarnos, al qué dirán o al cómo debemos.
 Nuestra obligación, como padres y como profesionales, como adultos y responsables de estas nuevas generaciones, es permitirles ser como son, no robarles la impronta por cumplir con los observadores que ya están adulterados, permitirles equivocarse y levantarse sin que la palabra juzgar forme parte de su vocabulario.

Vivir es un Arte… dejemos que ellos elijan los colores.

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