Paseamos y de pronto nos encontramos esbozando una sonrisa, es ese rincón que, de alguna manera y sin entender por qué, te lleva a recordar anécdotas de tu vida, te llena de energía y te anima a seguir avanzando, te hace aprender en un sólo segundo, te remueve, te conmueven… te inspira…
Puede ser un rincón minuciosamente preparado o algo espontáneo y sencillo, pero su personalidad le distingue entre todo un sinfín de decorados, de pronto se ha vuelto único…
Algo parecido es lo que ocurre dentro del aula, nuestros alumnos, especialmente en infantil, se sitúan en distintos espacios de la clase en función de sus gustos, aquellos rincones que les inspiran, que les enseñan y que, de una manera sorprendente, les ayuda a madurar. Los maestros de infantil tienen una labor importantísima a la hora de la elección de esos pequeños rincones de su aula que haga que sus alumnos se motiven en el aprendizaje. El cuidado de los detalles, del color, del orden, de la distribución del mobiliario es una parte importante del proceso de enseñanza- aprendizaje, algo que hace unos años era impensable, cuando en un mismo cajón se juntaban todo tipo de herramientas educativas, cuando los cuentos los escuchabas desde el pupitre, cuando danzar al son de la música era misión imposible entre un montón de sillas y mesas diminutas… es ahora una práctica que marca la diferencia.
Pero seguimos cometiendo un gran error y es creer que, al avanzar de ciclo, al crecer el alumno, el espacio en el que aprende ya no es importante, cuando las filas de pupitres enfrentados a la pizarra desbancan a los espacios para crear, para leer, para compartir, filas que nos dificultan el trabajo en equipo han acabado con las mesas compartidas, el color de las aulas desparece para dar paso a un panel de información… se acabó la inspiración, demos paso a la memorización…
Haz de cada espacio educativo algo único y tus alumnos no dejarán de aprender…
Mi inspiración |