Emoción(ate)…

No es cierto que los seres humanos somos seres racionales por excelencia. Somos, como mamíferos, seres emocionales que usamos la razón para justificar u ocultar las emociones en las cuales se dan nuestras acciones.

Humberto Maturana

Etimológicamente, el término emoción viene del latín emotĭo, que significa «movimiento o impulso», «aquello que te mueve hacia».

En psicología se define como aquel sentimiento o percepción de los elementos y relaciones de la realidad o la imaginación, que se expresa físicamente mediante alguna función fisiológica o pulso cardíaco, e incluye reacciones de conducta como la agresividad, el llanto. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras.”

 

 

Y nuestras emociones, desbordadas e incontroladas, bloquean nuestra capacidad de actuar, especialmente cuando  son negativas. Es difícil emprender proyectos o mantener la rutina, pasear o mantener una conversación natural cuando estamos copados por una emoción negativa…y no es que sea malo contar con ellas, forman parte de la vida, de esas experiencias que nos toca vivir y a la que debemos aprender a enfrentarnos… lo malo es no saber reconocerla.

No se trata de no tener emociones… se trata de gestionarlas y, algo que siempre evitamos, comunicarlas.

Está de moda hablar de la inteligencia emocional, porque después de casi 100 años ( Inteligencia Social del psicólogo Edward Thorndike, 1920) hemos descubierto que es la base para que el resto de las capacidades fluyan con energía. Y esto hace que cada vez nos preocupemos más en trabajar con ellas revoloteando en nuestras aulas.

La pena es cuántas generaciones vamos por la vida con un remolino de sensaciones que no sabemos reconocer. Generaciones que no hemos aprendido a diferenciar entre emoción y sentimiento, a poner nombre a determinados momentos por los que pasamos y lo que más nos afecta, a dejarles su tiempo, su espacio, su momento… porque todas son importantes. Enfadarnos, llorar, sentir miedo, alegría… algunas veces por separado, otras combinadas… pero a su ritmo… hasta que desparecen o se transforman…

Estoy triste, me cuesta reconocer el estado, porque se mezcla con momentos de alegría y enfado… y todos a la vez… conozco el motivo que despierta esta emoción, soy consciente de que me hace ser la mitad de la persona que soy cada día, no tengo ni idea de cómo canalizarla ni si seré capaz de dejarle el espacio que necesita hasta que desaparezca o si, en su lugar, la disfrazaré con algún que otro proyecto, corriendo el riesgo de que se enquiste …

Da igual lo mucho que sea capaz de hacer, los retos que vaya consiguiendo y el bagaje profesional por el que luche… si no somos capaces de convivir con nuestras emociones, estaremos perdiendo el 50% de nuestro potencial… seremos la mitad de lo excepcionales que podríamos llegar a ser, porque si algo nos va a diferenciar del resto es nuestra manera de comunicarnos a través de lo que sentimos y cómo lo sentimos.

 

Busca en el diccionario palabras como querer, amar, pasión… entonces no contienen la carcajada, la clase se revoluciona y algunos rostros se sonrojan…

 

Nos cuesta comunicar emociones positivas, nos cuesta entender las emociones negativas…

 

Asignatura pendiente… quizás es el momento de cerrar los libros y comenzar por el principio.

 

Somos seres emocionales que aprendimos a pensar, y no máquinas pensantes que sentimos.

Estanislao Bachrach

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