Mi lista de tareas pendientes…

Los domingos solemos convivir con ese momento de subidón en el que cogemos nuestra agenda y comenzamos a plasmar aquello que tenemos pendiente, proyectos que dejamos a medias o personas a las que debemos llamar… después de un perfecto (o no) fin de semana, las fuerzas nos ayudan a querer terminar lo que empezamos… es nuestra lista de tareas pendientes que, llegado el lunes, queda obsoleta y no la miramos con tanta energía… entonces comenzamos a tachar y a intentar quedarnos con lo prioritario, sobrevivir a la semana.

Dicen que solo aquello que dejamos por escrito terminamos llevándolo a cabo, como si al convertirlo en tinta fuera más real. Quizás al verlo a través de nuestra letra somos conscientes de es algo que debemos realizar para sentirnos un poquito más nosotros entre tanta monotonía y rutina.

Imprescindible no morir sin al menos haber intentado cumplir nuestros deberes… por eso cada día deberíamos de finalizarlo reflexionando sobre aquello que quizás no hemos concluido y levantarnos directos a comenzarlo, da igual si no lo conseguimos, no importa si no tenemos la menor idea de cómo hacerlo… intentarlo, porque es el proceso lo que da sentido a las cosas, es la historia lo que hace del final algo que tenga sentido…

 

He aprendido que el mundo quieres vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

Gabriel García Marquez

 

Sonreír (cada 5 segundos si es posible), no sentir vergüenza, dejarme llevar, cumplir las promesas, tomar menos café, retomar aficiones y olvidar malos hábitos, dejarme caer por la realidad para ver que se cuece si pongo los pies en la tierra (lo justo para no acostumbrarme), resolver conflictos (internos o externos, conflictos al fin y al cabo…), respirar antes de hablar y dejar de pensar para hacerlo, no quejarme cada martes y jueves en mis clases de Pilates, escribir (aunque no tenga sentido aquello que tecleo), no tener miedo al fracaso, intentar entender los chistes (y no hacer que me divierten cuando es algo que no soporto), dar libertad y liberarme.

Preocuparme menos y dejarme llevar por las historias que surgen sin preaviso y con la seguridad de que el final será nefasto, apostar… y sonreír mientras pierdo.

Comprar el periódico, pasear sin prisa, disfrutar de los negativos de las fotos, respirar y suspirar sin importar que me escuchen, olvidarte y recordarte (en función de lo que necesite sin sentir que fallo a las maravillosas normas de las relaciones personales, en lo que está bien o mal)… mirarme al espejo e intentar ver más allá de los 39 que se acomodan en mis ojos… recordar y revivir en positivo.

 

Ordenar mi armario y mi vida (si es posible), mojarme el bajo del vaquero al llegar el otoño, arriesgar y esperar
Llorar si es lo que me apetece (sin buscar el motivo por el que lo hago), divertirme sin remordimiento, disfrutar de las pequeñas cosas, vaciar mi armario de aquello que sé que nunca más volverá a encajar en mi vida (ni en mi cuerpo), comenzar aquello que me ilusiona y para lo que nunca encuentro el tiempo…

 

…decir más te quieros…

…dejar que me mimen…

…buscar que lo hagan…

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