Mójate – by VicentYz

 

 

Hace unas semanas alguien me dijo que escribiera sobre mí. Sobre mi vida. Que no reflexionara tanto y contara lo que hago, lo que se me pasa por la cabeza, por ejemplo, una mañana de sábado: comprar el periódico, leer un libro o hundirme en la cama hasta las dos de la tarde juntando el desayuno con el aperitivo… así, escrito como “con gracia”.

No es que me convenciera, pero el caso es que el domingo me encontré intentado escribir una historia curiosa sobre mi día a día pero, después de teclear más o menos media hora, me harté, no sé si porque no la consideraba lo suficientemente interesante o porque, sin quererlo, llegue a la siguiente conclusión: si tengo que escribir sobre mí, prefiero escribir sobre ti, y estaría diciendo lo mismo…

¿Qué por qué estaría diciendo lo mismo? Porque la vida de otras personas, por suerte o por desgracia, se parecen a la nuestra más de lo que creemos. Tenemos los mismos miedos, las mismas alegrías y las mismas penas, las mismas dudas, la eterna cuestión vital que nos lleva a preguntarnos “¿de qué va esto?”, las mismas decepciones personales o las profesionales. Tenemos las mismas cicatrices… aunque no lo parezca.

Así que cerré el ordenador y encendí la televisión y, mirando la pantalla sin atender a las voces que salían de la caja tonta, ahí estaban los titulares de las noticias.  Algo me sacó de mi ensimismamiento y de esa  insensibilidad que nos invade cuando vemos cosas desagradables en la televisión. Se me cayó esa especie de coraza que nos ponemos cuando nos sentamos a ver que pasa en el mundo real. Escuché: “… se lanzan al mar con la esperanza de un futuro mejor…” Por supuesto hablaban del drama de los refugiados.

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Viendo el telediario me pregunté que haría si me viera en la piel de ese padre con cara de desesperación. ¿Qué harías tú, querido lector, si cogieran todos tus miedos (miedo a la oscuridad, miedo a que te abandonen, a tu profesor, a suspender, a tu jefe, a tu ex, a no llegar a fin de mes, a la enfermedad, a la muerte, al dolor… o a lo que quiera que tengas miedo), los metieran en la batidora y los multiplicaran por mil?
Seguramente no llegaríamos ni a la mitad del miedo que siente esta gente desesperada que no sabe a dónde tirar o si, desesperados, tirarse al agua, o quedarse en su casa o volverse directamente uno de los otros, una de las personas de las que huyen, para conservar su vida y la de su familia…

Como os contaba, nos parecemos mucho y tenemos las mismas fobias, los mismos miedos y las mismas alegrías. Es posible que si nuestra burbuja la ampliáramos un poco, si ampliáramos ese maldito “kilometro sentimental” que hace que solo nos afecte lo que pasa en nuestra casa o, como mucho, en la del vecino, es posible que en vez de hablar de nosotros, de lo que te importa, de tu familia, de tu vida o de la vida del vecino, nos preocuparíamos también por los problemas que de verdad son importantes. Así dejaríamos de mirar al ombligo de nuestro mundo para vivir intensamente el mundo de otros, en definitiva, la realidad. Nos convertiríamos en seres más humanos.

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En “nuestro mundo de papel”, por suerte, vivimos en paz. No hay Guerras como en el siglo XX (aquí cerca me refiero, no hay guerras que puedan afectar la rutina de nuestro mini mundo); esto es bueno, sin duda. Lo que no es bueno es la tibieza y el acomodo en esta paz. Ese “esto no es mi problema” que cada día nos pasa por encima y nos anestesia convirtiéndonos en piedras. Ese “me como un filete con patatas en mi sofá viendo las noticias” como si estuviera pasando todo lo que veo en la pantalla, no ya en otro país, sino en otro planeta. Ese “yo no puedo hacer nada”. Vivimos en un mundo globalizado, pero que, paradójicamente, es más diminuto que nunca ya que no salimos del nuestro, de nuestro mundo enano, de nuestra rutina.

Una vez leí que después de una guerra nos hacemos más humanos, más sensibles y empáticos. Parece que la vida nos tiene que espolear para que salgamos de nuestro mundo, para aprender a apreciar lo que te rodea, apreciar a los demás.

Por eso si tengo que escribir sobre mí, prefiero escribir sobre ti, y estaría diciendo lo mismo. Que más da de dónde vienes, tu color de piel, tu religión, nombre, apellidos… Somos emociones, todos. Por eso nos sentimos identificados con otras historias, con otras vidas. No somos tan diferentes aunque nos empeñemos en que así sea. Somos nuestros miedos y nuestras alegrías. Somos lo que hace que nos emocionemos cada día.

Hablemos entonces de quién tiene miedo, y pongámonos a su altura. Hablemos de ti, porque eso es hablar de mí. Hablemos de ellos, porque eso es hablar de nosotros. Hablemos de esas personas que salen cada día en las noticias con cara de desesperación. Hablemos de ellos, porque no, no es una película, es real (aunque vivamos insensibles a todo lo que entra por nuestros ojos). Hablemos de los que viajan por mar o a pie con la esperanza de un futuro mejor…

Nos sentiremos más vivos, más humanos.

Mójate

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VicentYz   (Publicado en thebestandbrightestclub.es)

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