¿Quién ayuda a quién?…

Me he hecho esta pregunta varias veces a lo largo de esta semana y creo tener clara la respuesta: a veces las personas llegan para salvarte la vida. Y puede sonar exagerado, pero de una manera poética es cierto.

 
Cuando nos encontramos en un círculo vicioso a veces es difícil encontrar una salida. Día tras día con preocupaciones que no tiene importancia, priorizando tareas que no son trascendentes y robando horas de sueño por personajes que seguro no merecen la pena. Entonces ocurre algo mágico y se cruzan en tu camino personas que viven por y para objetivos claros, que luchan por motivos delicados e importantes, que priorizan cada uno de sus pasos para conseguirlos. La lección es espectacular y descubres que esas personas inesperadas han venido a salvarte la vida, a enseñarte ese otro camino que antes estaba tapado por una publicidad engañosa.

¿Quién ayuda a quién?…

En estos días mi cabeza no para de reflexionar, de pensar en lo que he hecho hasta ahora y en lo que he dejado por hacer, en el tiempo perdido y en el mal invertido. Esta sensación, que no niego es parte del agotamiento de los últimos días, me ha hecho mirar hacia dentro y buscar en qué momento comenzamos a cambiar.

 
Las personas pasamos por fases y en todas intentamos hacer lo correcto, pero ¿para quién?… ¿Para ti? ¿Para las personas con las que convives? ¿Por lo que esperan? ¿Por lo que deseas?… Debemos decantarnos por un camino y, aunque hay quién me dice que siempre hay retorno y mil recorridos que hacer, estaba convencida de que algunos ya habíamos entrado en zona vallada y era difícil retroceder en las decisiones.

 

Y entonces aparecen esos extraños seres que llevan un pequeño banquito plegable en su mochila y, con una calma espectacular, lo ponen ante ti para ayudarte a saltar. No podemos perder la oportunidad de participar en sus vidas… si vienes a por mí mereces el esfuerzo de que redirija mi camino.

 
Cuando educamos hay una parte importante que no debemos olvidar, fundamental para preparar a nuestros alumnos al mundo laboral, al mundo en general: ser personas responsables socialmente.

 
¿Lo eres? ¿Miras a tu alrededor y frenas el ritmo para alinearte a las necesidades de los demás?

 

Cuando hagas algo noble y hermoso y nadie lo aprecie, no estés triste.

El amanecer es un espectáculo maravilloso y sin embargo la mayor parte de la audencia duerme todavía.

John Lennon

 

 

puntillas

Me asusta pasar por la vida de puntillas…

 

¿Y a ti?

1 Comment

  • Juan Diego dice:

    Gracias por la reflexión. Me parece muy necesaria. De ella saco la conclusión personal de que cuando ayudas de verdad y entregado, paralelamente te estás ayudando a ti mismo. A tus relaciones con el entorno, a tu esencia humana, a tus necesidades sociales. Y qué bueno que haya gente que nos proporcionen esas oportunidades.

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