Somos temerosos de lo que nos hace diferentes.
Anne Rice
A veces nos perdemos, en la mirada de otra persona, en lo que desea de nosotros, en sus expectativas y necesidades. Olvidamos quiénes éramos y nos convertimos en ese personaje que otros crean, con cada uno de los sueños que vuelcan en nosotros, esperando impacientes a que sean cumplidos.
Forjar la personalidad y mantener aquello que nos apasiona es lo único que nos hace ser lo que somos. Si perdemos nuestra identidad ya no seremos esa persona a la que eligieron para que formáramos parte de su vida. No tiene sentido el cambio.
Somos como somos: tímidos, divertidos, silenciosos, malhumorados, escritores, cantantes de ducha, madrugadores, apasionados, sin filtro o extremadamente prudentes, dormilones, sensibles, fríos, poetas, artistas en nuestros ratos libres, emprendedores o simplemente inactivos…
Nuestros actos nos definen, nuestras distintas maneras de sonreír, de decirte lo que siento o de querer vivir mis días…
Nacimos para ser reales… no perfectos
«Querida:
Te pido con las manos alzadas que no sientas celos de mi novela. Cuando los personajes en la novela se dan cuenta de tus celos, se me escapan, más aún cuando sólo los tengo agarrados por la punta de sus vestidos.
Y ten en cuenta que, si se me escapan, tendría que correr tras ellos, aunque fuera hasta el mundo de las tinieblas, su verdadero hogar. La novela soy yo, mis historias soy yo. Así que, te ruego, ¿dónde existe el menor motivo de celos?. De hecho, cuando todo lo demás está en orden, mis personajes se toman del brazo y corren a tu encuentro, para, en último término, servirte a ti. […] gracias a que escribo me mantengo con vida, me aferro a esa barca en la cual te encuentras tú, Felice. Ya resulta bastante triste que no consiga apartarme a ella. Pero comprende, Felice, que tendría que perderte a ti y a todas las cosas si alguna vez perdiera el escribir».
Franz Kafka (cartas Felice. enero de 1913).
