¿Cómo llamamos a esto?… El arte de reconocer las emociones


No nos hagamos los expertos… hay momentos en los que nos sentimos como un niño de dos años sin poder llamar por su nombre a una emoción que nos invade. Simplemente la sentimos, pero no seríamos capaces de clasificarla. Esto nos genera incertidumbre e inseguridad y, llevados al extremo, miedo.
Hay personas diseñadas para convivir con las emociones y otras para huir de ellas. Pero los tiempos han cambiado y cada vez (profesionales y padres) somos más conscientes de educar correctamente a nuestros pequeños en este campo tan complejo del equilibrio emocional.
Estamos concienciados de la importancia de gestionar las emociones para tener éxito en otros aspectos de la vida, en algunos momentos nos codeamos con gente cuyo control sobre ellas es tan precisa que nos transmiten la seguridad de que conseguirán todo lo que se propongan.
Empecemos desde pequeños, cuando aún son capaces de exponerse al mundo emocionalmente sin edulcorar.
Es importante que no tengan miedo a contarnos cómo se sienten, a pedir ayuda cuando por dentro notan algo diferente a su estado habitual, a preguntarnos, a compartirlo.  Aprovechar los momentos en los que las emociones, da igual del tipo que sean, salen a flote, para trabajarlas, hablar sobre ellas y, si es posible, ponerles nombre e intentar que no confundan estados emocionales es el primer paso para una buena gestión de las mismas.
Hay muchos cuentos y libros para trabajar emociones concretas, pero sin duda el que me tiene robado el corazón y que considero debería de estar en las estanterías de las aulas y junto a la cama de nuestros pequeños es El Emocionario
Con él no sólo ayudamos a los niños a poner nombre a eso que sienten, también crearemos un vínculo basado en compartir experiencias, que ellos comprueben que el miedo, al vergüenza, la tristeza no es algo en exclusiva de ellos y que los adultos también tenemos momentos en los que convivimos con estos estados emocionales. Nos ayuda a diferenciar entre emociones parecidas y ampliar un vocabulario que, sin duda, será la base para un crecimiento personal satisfactorio.


¿Qué significará placer?
El placer es la satisfacción y la alegría
producidas por algo que nos gusta mucho.
Puedes hallar placer en actividades muy
diferentes: al fantasear con otros mundos,
al mirar cosas bonitas, al resolver problemas
difíciles, al jugar, al sentirte amado…
¿Cómo apreciar el placer?
Para sentir el placer debes concentrarte.
Imagina que tienes delante un zumo. Puedes
bebértelo rápidamente para apagar tu sed,
pero también puedes concentrarte en
su sabor y disfrutarlo sin prisas. En definitiva,
sentir el placer que te proporciona.
Llevar una vida placentera nos hace sentirnos 
agradecidos.

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