Existen dos mundos, dos vidas, dos experiencias. Existen distintas prioridades y distintos puntos de vista. Existen los deseos, los sueños y las esperanzas… y todo separado por lo que cada uno vive en presente.
Y no nos damos cuenta, cuando nuestra lista de cosas que esperamos de la vida y de los que tenemos a nuestro alrededor se hace interminable. Podíamos resumirla, concretar en los aspectos que son importantes, pero no sabemos, aunque haya señales de alarma que nos dan las indicaciones correspondientes para disfrutar de lo que realmente merece la pena…
“Que sonría, que me mire, que me abrace, que sea feliz, que las cosas sean fáciles, que me llame mamá…
La vida es muy fácil y deberíamos de disfrutar de cada minuto…
Valora lo que tienes… que te hable, que te abrace… eso yo no lo voy a tener…”
Quizás es necesario que nos pongan la realidad de otras personas ante nosotros para que despertemos y comencemos a valorar cada día, cada palabra, el beso espontáneo, el enfado, el carácter… sin preocuparnos de nada más que no sea sinónimo de felicidad.
El mundo… con sus giros, con sus volteretas…
en la cuerda floja.
