Serendipia…

Un día, tomando un café con un amigo, me comentó que, en muchas ocasiones, mi manera de utilizar las palabras le chirriaba. Es de esas personas que las analiza y usa con restricciones, cuidando emplearlas en aquellos momentos en los que realmente tienen cabida. En otras ocasiones las varia, porque considera que el significado que aporta el diccionario no es totalmente acertado o sencillamente porque no entran dentro del uso que puede dar en su vida, adaptando o acuñando una nueva para poder sentirse identificado. Entonces las transforma o las desecha, hasta que lleguen su momento.

Palabras como encantar, enamorar, miedo… le veo la cara cuando las digo y sé que está intentado entender de dónde he salido. Es lo que tienen las personas, distintas y especiales… se encuentran, se complementan y respetan.

Soy consciente de que, cada vez que lee lo que escribo, entorna los ojos intentando entender cómo es posible que me pasee libremente con mis emociones convulsivas y desvirtuando el diccionario a mi parecer…
La serendipia es una de esas palabras que quizás no utilice adecuadamente, pero que seguiré haciéndolo a mi capricho, porque me llena de energía y a veces, esta necesaria carga de gasolina, mi cuerpo no la genera de manera voluntario… en ello ando…

Desde que esta palabra entró en mi vocabulario busco, en cada rincón, momentos de serendipia. Y podemos asustarnos, porque todo lo mejor, lo más importante, especial y aquello que nos aporta… surge gracias a este vocablo.

 

 

La penicilina, celofán, el celuloide, Corn flakes, el microondas y hasta el descubrimiento de América… pero sin duda, un lugar especial, en estos descubrimientos casualmente mágicos, lo ocupan las personas.

 

Nos pasa cada día, por cambios en nuestra rutina, por un gesto sin importancia, por una simple decisión de última hora… aparecen. Y lo sabes al primer segundo, es una de esas especies de almas gemelas que estabas predestinado a encontrar, da igual cuanto intentes moverte por el mundo. Y es que hay personas que están unidas a nuestro destino, quizás de manera transitoria, quizás no se queden mucho tiempo… pero han llegado, aprenderás algo y simplemente se irán. Luego están las que llegan para quedarse, las que se acomodan en tu almohadillado corazón y deciden acompañarte.

 

Alex Rovira dice que el azar ordena el mundo más a fondo de lo que nosotros esperamos.

 

Surgen y algo cambia…

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