Las nuevas tecnologías han ido acabando con uno de los grandes inventos de la historia, ahora desbancado tan solo unos cuantos nostálgicos le seguimos encontrando uso tanto en el ámbito laboral como en el personal.
Hace unas semanas una compañera me invitaba a una de sus clases en la que los pequeños nos contaban la historia del post-it. Durante el fin de semana habían buscado información descubriendo que algo tan simple, aun siendo herramienta fundamental de comunicación durante años, había surgido (como todo lo bueno en esta vida) por casualidad. Esto tiene por mi parte una atención especial, imagino que como para muchos, conscientes de todos los factores y variables que tienen que coincidir para que suceda. Le damos valor.
Pues los pequeños me contaron que sus inventores fueron Spencer Silver y Arthur Fry, quienes trabajaban para 3M en los 70’s. Silver era un químico y estaba trabajando en crear un súper pegamento que sirviera para aviones. En su lugar desarrolló un pegamento de alta calidad pero no resistente.
Se trataba de un adhesivo que tenía la fuerza para pegar dos papeles y separarlos sin romperlos. Otra característica era que este adhesivo se podía reutilizar. Claramente no era un pegamento apto para aviones.
¡Ahí lo llevas! ese pequeño papel que pegamos sin importancia en nuestras mesas de trabajo, en nuestras cocinas o en el espejo existe porque su pegamento no era lo suficientemente resistente para pegar la alas de los aviones… con esta historia deberíamos esforzarnos por seguir utilizándolo… al menos en contadas ocasiones.
Y es que debido a los avances sufridos en los últimos tiempos hemos olvidado costumbres que pueden cambiar tu día.
Vivimos en el boom de la mensajería instantánea, whatsApp, Skype… y, aun con todos los beneficios de una comunicación rápida, está separando al mundo. No hay contacto físico, no hay contacto auditivo… y nos desesperamos mientras la palabra “escribiendo”aparece en la pantalla de nuestro móvil u ordenador.
¿Cuántos segundos, minutos e incluso horas no pasamos mirando el móvil…?
Sigamos analizando… “en línea” “conectado” «última conexión a las x»… pero no hay respuesta… entonces comienzas a pensar en los mil y un motivos que hacen que la otra persona no responda justo en ese momento y, da igual cuántas justificaciones busques, al final te quedas con que no ha querido teclear dos letras … caos… si es tu jefe, desplante¨; si es una amiga, qué estará haciendo que no te ha dicho… ;si es una amigo, qué vergüenza no escribo más; si es tu hijo, desheredado… caos… conflictos, separaciones personales, generador de complejos…
Y siento decirte que puedes no ser “único” en ese momento, mientras te escribe puede estar haciendo mil y una gestiones con otros contactos y esto es algo a lo que no nos vamos a acostumbrar, buscamos la mirada cuando hablamos con alguien, el «sí» o cualquier sílaba que nos indique que está pendiente de nuestra conversación telefónica y, por supuesto, necesitamos creer que se concentra en lo que escribimos y que al finalizar le quedará claro que quedamos en la entrada de la calle Larios… dudamos.
Podemos mantener conversaciones de horas a través de un chat y a veces no somos conscientes de que muchas de las cosas que escribimos tendrá interpretaciones distintas según la persona que la lea, entonces jugamos a estar en clase de lengua y tener que comprender un texto escrito, cuando finalicemos la conversación cada uno habrá vivido una experiencia totalmente diferente y el resultado puede ser: positivo y que te quedes satisfecho de tu tiempo invertido o puedes tener ganas de estampar el móvil y pedir reclamación al inventor de este tipo de herramientas que te ha robado parte de tu día.
Con todo esto puede parecer que estoy en contra de estos avances necesarios, ni mucho menos, estoy en contra del uso que terminamos dando a estos avances que finalmente sustituyen a otros de mayor calidad como el teléfono y, siempre que sea posible, la cafetería del barrio…
Por el contrario el post-it siempre nos reserva algo importante, pues no me imagino que alguien sea tan cutre de dar una mala noticia a través de un papel en el espejo (si lo hay, es de analizar por un especialista).
Ese papelito, en origen amarillo, nos avisa de la compra con solo mirar el frigo, nos adorna la mesa de trabajo dando un toque de color y, lo más importante, significa que hay distancias cortas. Este debería de seguir siendo su función principal, sacar una sonrisa de la persona que al llegar al espejo se encuentra un emoticono dibujado con un bolígrafo desgastado.
Guardo algunos de los mensajes que profesoras del colegio me han dejado en ocasiones en la mesa del despacho y los beneficios en el estado de ánimo de cada día son increíbles. Debería de ser una práctica habitual.
Y no hablemos de que no habrá decepción, no estás mirando mientras la otra persona lo escribe, no serás consciente de su existencia hasta que lo tengas en tu espejo, mesa o libreta… y, cuando termines de leerlo, sabrás que tienes una reunión a las 16:00, que te ha llamado alguien o simplemente que te desean un buen día. No tendrás que responder, no tendrás que trasladarte a tus años de estudiante en clase de Lengua… y en muchos casos desearás guardarte ese trocito de papel amarillo, con pegamento de alta calidad pero poco resistente para pegar aviones, en un lugar en el que al verlo te devuelva nuevamente una sonrisa.
Reaprendamos a utilizar nuestra letra, enseñemos a escribir un mensaje…
Bandeja de entrada: hay un post- it en tu espejo.